Descripción
Marineda, la ciudad en la que nací y crecí, ha sido testigo de excepción, en gran medida, del discurrir de mi historia personal. Por ello, voy a tratar de realizar un viaje, lo más entretenido posible, por las calles, los recuerdos de lugares, las anécdotas vividas en primera persona, algunos de los personajes entrañables que recorrían la ciudad y otras cosas que figuran grabadas en letras de molde en mi particular historia de vivencias.
Si en la primera entrega de estas “Historias” me ocupé en referir la ciudad con la que me encontré cuando comencé a despertar a la vida, relatando anécdotas y vivencias de mis primeros años, ahora toca adentrarnos un poco más en el tiempo y volver la vista a las décadas posteriores, pero sin olvidar alguna pincelada de lo que se fue quedando atrás y que no historié en aquella primera entrega. Tal vez, aquella mágica inocencia de los primeros años, vaya comenzando a difuminarse, convertida en un pasado irrecuperable, a quedar diluida entre los vientos de esquina de la ciudad, perdida en los misteriosos pliegues de esa bruma atlántica que algunas veces nos acompaña. Poco a poco, la chiquilla de pelo corto que vivía en la calle de abajo va dejando de ser la protagonista de mis sueños y otras ocupan su lugar. Los guateques, aquellos que, muchas veces, planeábamos casi en secreto, van a dar paso a otras vivencias más intimistas; incluso nuestro querido “campamento”, aquel mágico lugar al que acudíamos cada atardecer para hablar de lo que preocupaba a nuestra infancia, se va a convertir en el recuerdo de un lugar que una noche abandonamos, tras apagar la pequeña hoguera a cuyo derredor nos habíamos reunido a contar de nosotros, de nuestros sueños, de nuestro amores, de nuestras ilusiones de primera juventud, para no regresar jamás.
Ahora, toca vivir otros tiempos, con otros nombres, con otros rostros, y otras preocupaciones aparejadas a la vida, tras rebasar aquella maravillosa línea que delimita la primera juventud que nos tocó vivir.
